ULEA: SAN ANTÓN

LOS CUATRO SANTOS DEL VALLE DE RICOTE

Foto 01:

La fiesta de San Antón es una de las que cada año me hace vibrar con agradables recuerdos de mi pueblo, Ulea, con matices y sentimientos desde los infantiles (cuando podíamos jugar en plena carretera de Madrid, frente a la venta de "La María", sin apenas peligro de tráfico -años cuarenta-, hasta los de "mayor", recientes). He faltado bastantes años por las ocupaciones y la distancia, pero siempre que he podido, ahí he estado presente, disfrutando de ese agradable, y familiar encuentro festivo. Ahí, en el lugar de la reunión romera, en nuestro campo de Ulea. Recuerdo aquel pasado en que se intentó hacer una pequeña ermita, y también frente a la venta se iniciaron las zanjas para los cimientos. No cuajó la idea. Ahora, ese espacio tan bien arreglado, un poco más adelante, (donde habitaba la familia de Paco Doroteo, y arranca la senda hacia las balsas salobres de nuestros baños de críos...) Ahí, sí, qué bien lo ha hecho el entusiasmo de los uleanos, con el tesón de la Parroquia, y sobre todo la muy eficaz aportación del ayuntamiento.

No tenemos imagen de San Antón, el viejo anacoreta del desierto, pero sí que, con el principal acto religioso en su memoria, la Eucaristía bajo el pequeño chamizo y la explanada cuidadosamente preparada por el ayuntamiento, se comienza dando culto y honor al Santo Abad. Ese santo más que centenario (105 años entre el siglo III y IV), que nos enseña sus virtudes: desprendimiento de sus bienes a favor de los pobres, la lucha encarnizada contra las tentaciones; la bondad con los animales, y sobre todo con las personas con las que, aunque busca la soledad del desierto, le siguen, le admiran, acogen y comparten su fe, y hasta hace escuela. Hoy, en su fiesta, también se bendicen nuestros animales, compartimos fe, alegría, amistad, y, cómo no, también los típicos alimentos familiares del encuentro. Destaca de nuevo el Ayuntamiento que regala carnes, arroces, migas.. y hasta chocolatada final, procurando que a nadie le falte nada.

San Antón orienta nuestra fe a una mirada conjunta del valle de Ricote, nuestro valle, pues en este encuentro anual, que cada año va a más y mejor, ya es habitual la presencia y convivencia inter-local. Y no sólo del valle, pues también vienen de Molina, y otros pueblos... y hasta de Murcia. ¡Una alegre y multitudinaria convivencia familiar y festiva!.

San Antón nos habla de otros pilares que por siglos sostienen nuestra unidad familiar en el valle: los cuatro pilares que recuerda la coplilla de nuestra jota, que ya se ha hecho canto religioso:

- San Bartolomé en Ulea
- y en Villanueva San Roque.
- San Agustín en Ojós,
- San Sebastián en Ricote...

Cuatro raíces que nos guardaron y superaron la influencia del imperio musulmán en nuestras tierras. Cuatro raíces que dieron y dan abundantes frutos: tierras de apóstoles con San Bartolomé. De peregrinación creyente con San Roque. De conversión y fidelidad a la Iglesia con San Agustín. De testimonio ferviente con San Sebastián. Cuatro pilares, orgullo de nuestros pueblos que se ufanan de que en su constitución sí que han contado los santos. ¡Sigan contando y protegiéndonos siempre!

¡Qué grande y hermoso es nuestro valle!

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